La pirólisis es un proceso ideal para la gestión de residuos no reciclables, que se destaca por su capacidad de producir energía y otros subproductos aprovechables. Su funcionamiento en un ambiente sin oxígeno evita la combustión, resultando en la descomposición química de los residuos, generando gases útiles y un residuo sólido similar al carbón.
Los residuos se trituran y se les baja humedad por debajo del 10%. Este pretratamiento es adaptado a las características específicas de los residuos a procesar.
El reactor opera generalmente a unos 650°C, donde los residuos se convierten en carbón sólido y gas de síntesis. La temperatura puede ajustarse para maximizar la eficiencia según el tipo de residuo y el subproducto deseado.
El gas generado se recircula dentro del sistema, permitiendo que el proceso sea autosustentable. Este gas se convierte en energía térmica, que puede ser utilizada para calentar agua o generar electricidad. El gas sobrante entra en un motor térmico para proporcionar energía eléctrica.
Aproximadamente el 25% del volumen de residuos se convierte en carbón inerte. En esta etapa se pueden recuperar metales y otros materiales, apoyando una economía circular. El carbón de materiales biogénicos puede transformarse en biochar. Si se quema este carbón se obtiene más energía y se reduce el peso hasta el 5-10% del peso inicial.